¡Hola familias!
Hace mucho que no me paso por aquí, pero lo que viví la semana pasada merece ser compartido. Fue una de las experiencias más emocionantes y humanas que he tenido como optometrista y terapeuta visual.
Una visita inesperada con mucha esperanza
Hace un par de meses, una persona me escribió un e-mail. Me contaba que su tía (no residente en España) vendría a visitarle en mayo. Su tía tiene DMAE (Degeneración Macular Asociada a la Edad) desde hace varios años. Ya ha pasado por varios tratamientos con inyecciones, pero querían saber si podríamos mejorar su resto visual y visión periférica durante la semana que estarían en Sevilla.
Le respondí encantada y agendamos una cita presencial para su valoración.
¿Qué es la DMAE?
La DMAE es una enfermedad que deteriora progresivamente la mácula, la zona central de la retina. Esta parte es la que nos permite ver los detalles con nitidez. Las personas con DMAE pierden visión central, lo que complica tareas cotidianas como leer, conducir, escribir o reconocer caras.
Existen dos tipos:
- DMAE seca: más común y de progresión lenta.
- DMAE húmeda: menos frecuente pero más agresiva.
Aunque no tiene cura, sí existen tratamientos que pueden frenar su avance y ayudas que mejoran la calidad de vida: revisiones periódicas, ayudas de baja visión, rehabilitación visual y terapia visual.
El caso de Mercedes
Días antes de la cita, recibí los informes oftalmológicos y el cuestionario inicial que siempre envío a mis pacientes. Al leerlo todo, me di cuenta de que la visión de Mercedes, de 62 años, estaba muy afectada, había perdido gran parte de su autonomía: No podía leer ni escribir, cocinar le era peligroso, reconocer rostros era imposible, y sufría caídas y tropiezos con frecuencia. Había dejado de trabajar y su calidad de vida estaba muy deteriorada.
Una cita llena de emociones
¡Por fin llegó el día de la cita! La afronté con ilusión, ganas e incertidumbre. Sabía que el caso de Mercedes no era fácil, y no tenía claro si podría ayudarla. Cada vez que un paciente y su familia cruzan la puerta de mi clínica, quiero que salgan más tranquilos y confiados de lo que llegaron. Mi objetivo siempre es solucionar su problema de visión y si no es posible mejorarla al 100%, al menos, mejorarla y hacerles la vida un poco más fácil. Mercedes vino acompañada de su hija y su sobrina (que es como una hija para ella). Viajaron desde el otro lado del océano, trayendo consigo algo muy valioso: esperanza.
Nada más sentarnos, me explicó su situación con detalle, sus dificultades, cómo era su día a día y cómo se sentía, me di cuenta de que las dificultades eran aún mayores de lo que había leído en los informes. Le expliqué que no podía asegurarle una mejora y que no quería crear falsas expectativas. Vi en los ojos de esas tres mujeres que la esperanza con la que habían llegado se desvanecían. En ese instante, supe que tenía que tenía que hacer todo lo posible para ayudarle, y rápido: sólo estarían una semana en Sevilla.
La magia sucede
Mercedes se sentó en el sillón del gabinete. Empecé a realizarle pruebas, a utilizar todas mis herramientas optométricas. Le coloqué una lente en la gafa de pruebas y… ¡consiguió leer letras grandes! Pero las leyó, ¡lo consiguió! Luego probamos con una tablet, agrandando el texto. ¡También pudo leer allí! Era ya un gran logro.
Y entonces, su hija o sobrina me preguntó:
—¿Crees que podría ver una foto en el móvil o en la tablet?
¡Vamos a intentarlo!, respondí.
Buscaron una imagen de una bebé preciosa —su sobrinanieta— y, de repente, ocurrió la magia:
¡Pudo ver su carita por primera vez! Incluso dijo que se parecía a su papá. Lágrimas. Abrazos. Emoción. Silencio lleno de significado. Fue un momento indescriptible, imposible de olvidar.
Más allá de lo esperado
Seguimos probando, esta vez con visión lejana. Conseguimos mejorarla hasta el punto de que distinguía rostros entre 1 y 3 metros.
Segundo momento emotivo: su sobrina se acercó y Mercedes consiguió distinguir sus rasgos. Exclamó:
—¡Estás muy guapa, más gordita! —le dijo a su sobrina.
Y cuando me acerqué yo, me dijo:
—¡Ya te veo a ti también! ¡Gracias, que Dios te bendiga!
Una campeona con ganas de más
Una vez tuvo sus gafas listas, regresó para una sesión de terapia visual personalizada. Trabajamos su visión periférica para que pudiera aprovecharla al máximo. Fue una sesión amena, motivadora, cercana y muy efectiva.
Mercedes es una campeona. Aprendió rápido y puso todo de su parte. Su familia me comentó que había vuelto a sonreír y a sentirse más segura de sí misma.
Gracias por confiar
Me siento feliz por haber podido contribuir, aunque sea un poquito, a mejorar su día a día. Gracias, Mercedes, por tu confianza. Seguiremos trabajando desde la distancia.
¿Hace cuánto no revisas tu vista?
¿Y tus hijos? No esperes a que algo falle. La prevención y el seguimiento son clave.
Agenda tu cita pulsando ——> aquí.
¡Tus ojitos te lo agradecerán!

Excelente, soy amiga muy cercana de la sobrina, y solo sabemos que Dios la puso en su camino y la utilizara de instrumento para dar mas Esperanza… Éxitos y bendiciones…. Saludos desde Perú
Gracias Karina por su comentario. Ha sido un placer poder haber ayudado un poco a Mercedes. Saludos 🙂
Que felicidad al ver a Mercedes,que ya ve que Dios premie su trabajo,eres excelente como profesional y ser humano.Soy su prima de Mercedes.Yo tengo ojos seco más es la vista derecha,por más que aplicó gotas sigo igual.Que me recomienda UD.
Hola Delly, gracias por su comentario, la verdad que me siento muy feliz de poder haber ayudado a su prima. Si quiere, escríbame a mi correo electrónico y hablamos de su caso concreto. 🙂