El pasado sábado asistí a la formación de “Cerebro y juego” impartida por María Couso, autora del libro “Cerebro, infancia y juego”. Dicha formación estaba dirigida a padres, madres, profesores y cualquier profesional que trate con niños. Toda una tarde llena de conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro y cómo los juegos de mesa pueden ayudar en el proceso de aprendizaje. ¡No hay cosa más sana que aprender jugando!
A pesar de que la formación estaba más enfocada a maestros y cómo aplicar los juegos en el aula, le saqué provecho como optometrista, ya que la visión se da entre los ojos y el cerebro (más concretamente en el lóbulo occipital) y nuestro objetivo en el caso de que existan disfunciones visuales y problemas de percepción visual es que nuestros pacientes aprendan a sacar el máximo potencial a su sistema visual.
¿Cómo aprendemos?
Para que el aprendizaje sea valioso, es preferible que nos emocionemos, y esa emoción, no necesariamente tiene que ser fascinante. Lo que tiene que ser fascinante y maravillosa es la emoción vinculada a ese momento concreto. La emoción nos lleva a la curiosidad, la cual se encarga de motivarnos bien de manera externa (premios/castigos), interna (causada por la curiosidad) o trascendental (no actúas para ti mismo, sino para los demás). Esa motivación desencadenaría en un estado de atención, proceso voluntario y reflexivo que se da a partir de los 6 años y finalmente llegaríamos al aprendizaje, promovido por la memoria.
Cuanto más variada sea la forma que recibimos la información, mejor será el aprendizaje.
¿Cómo aplicamos el juego en las sesiones de terapia visual?
En nuestras sesiones de terapia visual utilizamos multitud de juegos para rehabilitar la visión de nuestros pacientes, adaptamos el juego dependiendo de la edad y del problema visual que tenga, así las sesiones son más divertidas y la motivación se mantiene, lo que aumenta la atención abriendo las puertas del aprendizaje.
Evitamos que el paciente entre en una situación de estrés, ya que es imposible que el cerebro aprenda con estrés. Lo que hacemos es presentarle desafíos de manera saludable, cortos, divertidos y de manera segura. Poco a poco iremos repitiendo y subiendo los niveles de esos desafíos hasta conseguir llevar a la vida cotidiana ese aprendizaje.
El juego provoca bienestar aumentando los niveles de serotonina (hormona de la felicidad) y placer generando dopamina. Si aumentamos la dopamina, aumentamos la atención, y por ende, mejoramos el aprendizaje.
¡Te esperamos en nuestro centro de optometría y terapia visual en Sevilla!